Páginas

Jesús conoce a todos

“Mientras Jesús estaba en Jerusalén, en la fiesta de la Pascua,
muchos creyeron en él al ver las señales milagrosas que hacía.
Pero Jesús no confiaba en ellos, porque los conocía a todos.
No necesitaba que nadie le dijera nada acerca de la gente,
pues él mismo conocía el corazón del hombre.” Juan 2. 23-25 DHH

Cuando era niño quería tener poderes especiales. Recuerdo que jugaba a ser alguno de los super héroes de mi tiempo, quería ser uno de los valientes héroes que vencía y combatía el mal. Jugaba a que tenía poderes espectaculares, podía volar, tenía visión de rayos equis, fuerza que no se podía comparar, escalar paredes, y las historias que inventábamos con los amigos eran interminables. ¿Recuerda sus tiempos de infancia? ¿Qué super héroe quería ser?


Me imagino tener el poder de leer la mente de las personas, sería algo extraordinario. ¿No lo cree? Ahora que lo pienso bien no sería tan agradable, por un lado podríamos conocer la verdad en muchas circunstancias; por ejemplo nadie nos podría engañar ya que sabríamos exactamente qué es lo que están pensando en realidad, las verdades de su círculo más intimo estarían descubiertas, nuestros familiares no podrían engañarnos, nuestra pareja siempre tendría que ser transparente a nuestra mirada.
Pero por otro lado podríamos saber el dolor profundo que sienten las personas, sus luchas, sus debilidades, el maltrato, los abusos, sus pensamiento de maldad. Si nos tocaría visitar una cárcel, un hospital de enfermos terminales, saldríamos emocionalmente agotados y con dolor en nuestro interior por todo el mal del mundo. Porque leer la mente de la gente puede ser satisfactorio para la curiosidad pero muy doloroso también.


En los versos de hoy podemos darnos cuenta del poder que tenía Jesús, ya que conocía el corazón del hombre y no necesitaba que nadie se lo dijera. Varias personas en Jerusalén se vieron atraídas por la serie de milagros que hizo, pero no comprendía realmente lo que significaba seguirlo. Estaban maravillados con sus señales milagrosas pero no estaban realmente comprometidos a seguirlo, tomar su cruz y si fuera posible morir por Él. Está claro que Él conocía los pensamientos íntimos de su ser, tenía la capacidad empática de ver sus motivaciones y es por eso que de ésta manera se identificaba con ellos, sabía que es lo que la gente necesitaba.


Jesús sigue siendo el mismo, Él no ha cambiado. Conoce nuestras luchas, nuestros dolores, nuestras tristezas, nuestros problemas, nuestra soledad y todo lo que nos pasa. Sabe cuando hemos hecho las cosas mal y le hemos fallado; sabe las miles de promesas que le hacemos y que no las cumplimos. Él en éste día nos brinda una nueva oportunidad y está tan cerca nuestro que solo podemos decirle “Señor ayúdame, te necesito, has tu voluntad en mí vida, tú conoces más que cualquier persona mis angustias y dolores, me arrepiento de mi manera de vivir y del pecado que me aleja de ti, en el nombre de Jesús. Amén”

En este día procure ser empático a las necesidades de las personas que le rodean, sus compañeros de trabajo, sus familiares, pareja y busque la manera de ayudarlas, no vea por la superficie sino ahonde en lo profundo del ser; y sea de bendición para ellos.

Bendiciones.




Seguir

Tu opinión

PUBLICIDAD.

Más publicaciones