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ARRIBA O ABAJO

El paganismo grecorromano en la época de Jesús enseñaba que las acciones de los dioses en los cielos afectaban la Tierra. Si Zeus se enojaba, lanzaba rayos. La antigua fórmula expresaba: «Abajo como arriba».

Sin embargo, Jesús a veces invertía este concepto y enseñaba: Arriba como abajo. Un creyente ora, y el cielo responde. Un pecador se arrepiente, y los ángeles se regocijan. Una misión tiene éxito, y Dios es glorificado. Un creyente se rebela, y el Espíritu Santo se entristece.

Creo en estas cosas, pero de alguna manera, las olvido. Me olvido de que a Dios le importan mis oraciones. Me olvido de que lo que decido hoy deleita o entristece al Señor del universo. Me olvido de que estoy ayudando a mis prójimos a definir su destino eterno.

Podemos comunicar ahora mismo la buena noticia del amor de Dios que Jesús trajo a esta Tierra. Ese fue el
desafío del Señor a sus discípulos antes de ascender para estar con su Padre (ver Mateo 28:18-20). Los que seguimos a Cristo actuamos como una extensión de su encarnación y ministerio. Por esta razón, Él vino a este mundo. Antes de partir, les declaró a sus discípulos que enviaría su Espíritu desde arriba para que estuviera con ellos abajo (Lucas 24:48). No nos dejó solos. Nos llena con su poder para que podamos tocar vidas aquí abajo y producir un impacto eterno. —PY
«Ascendiste ante nuestros ojos, y al darnos vuelta entristecidos, te encontramos en nuestro corazón». —San Agustín
Tomado: Ministerios RBC





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