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UN ALMUERZO PERDIDO


Lectura: Juan 4:27-38 
Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. —Juan 4:34


Para mí, la comida es más que una necesidad; ¡es una parte de la vida que disfruto enormemente! Me encanta sentarme a comer un plato bien preparado, en especial, cuando tengo mucha hambre. Me imagino que los discípulos estaban hambrientos cuando volvieron al pozo donde Jesús estaba hablando con la mujer samaritana. Le rogaron: «Rabí, come» (Juan 4:31). ¿Qué respondió Él?: «Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis» (v. 32), lo cual hizo que se preguntaran si alguien ya le había llevado algo para comer (v. 33).

Me pregunto si los discípulos estaban tan preocupados por la comida que no pudieron percibir lo que sucedía. No entendieron lo que pasaba junto al pozo. Para Jesús, lo más importante era «[hacer] la voluntad del que me envió, y [acabar] su obra» (v. 34). Estaba concentrado en las necesidades espirituales de esa mujer que precisaba desesperadamente lo que solo Él podía darle.

Es fácil preocuparse por las necesidades del momento. Sin embargo, Cristo nos invita a ir más allá de nuestros intereses —nuestro «pequeño almuerzo»— y abrir los ojos ante el alma de aquellos que buscan respuestas para sus necesidades más profundas.

Entonces, únete a Jesús junto al pozo y permite que te utilice para contarles a otros sobre el alimento espiritual que únicamente Él puede dar. —JMS
Ansía satisfacer las necesidades de quienes te rodean.
Tomado: Ministerios RBC

VERDADERO SACRIFICIO


Lectura: Romanos 5:1-11 
Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. —Juan 15:13

Enrique era uno de los chicos buenos. Consideraba que su trabajo como policía era un servicio a la comunidad, y estaba totalmente dedicado a servir a cualquier precio. Una prueba de ese deseo se veía en la puerta de su casillero en la estación de policía, donde había pegado Juan 15:13.

En ese versículo, nuestro Señor declaró: «Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos». Esas palabras no eran simples ideales nobles, sino que expresaban el compromiso de Enrique con sus deberes como policía; compromiso que demandó el precio supremo cuando fue asesinado mientras cumplía con su trabajo. Fue una muestra verídica del significado de un sacrificio verdadero.

A las pocas horas de expresarlas, Jesucristo puso en práctica las poderosas palabras de Juan 15:13. El acontecimiento del aposento alto, donde Jesús habló de ese sacrificio, fue seguido de la comunión con su Padre en Getsemaní, una serie de juicios ilegales y, posteriormente, la crucifixión delante de una multitud que lo ridiculizaba.

Por ser el Hijo de Dios, Jesús podría haber evitado el sufrimiento, la tortura y la crueldad. No tenía pecado ni merecía morir. Pero el amor, el combustible que impulsa el verdadero sacrificio, lo llevó a la cruz. Como resultado, nosotros podemos ser perdonados si aceptamos por la fe su sacrificio y su resurrección. ¿Has confiado en Aquel que entregó su vida por ti? —WEC
Solo Jesús, el sacrificio perfecto, puede declarar perfectos a los culpables.
Tomado: Ministerios RBC

EXHIBE LA GLORIA DE DIOS


Lectura: Romanos 8:1-10 
… los que son del Espíritu, [viven según] las cosas del Espíritu. —Romanos 8:5


Desde que era niño, me encanta el béisbol. En especial, me gustan los Tigers de Detroit. Sin embargo, hace poco, su mal juego y la cantidad de partidos perdidos al inicio de la temporada me frustraron terriblemente. 
Entonces, para mi bienestar personal, me tomé un descanso. Pasé cuatro días evitando todo lo que tuviera que ver con mi equipo favorito.

Durante esos días sin los Tigers, empecé a darme cuenta de cuán difícil es dejar cosas a las que uno se ha acostumbrado. No obstante, el Señor a veces quiere que lo hagamos.

Por ejemplo, tal vez estemos participando de una actividad que nos ha absorbido, y sabemos que sería mejor limitarla (ver 1 Corintios 6:12). O quizá tengamos una costumbre o práctica que somos conscientes de que a Dios no le agrada, y debemos dejarla porque amamos al Señor y deseamos glorificarlo con nuestra vida (15:34).

Cuando descubrimos cosas que interfieren en nuestra relación con Dios, Él puede ayudarnos a dejarlas, ya que nos ha dado la salida (1 Corintios 10:13), y el Espíritu nos capacita para hacerlo (Romanos 8:5).

Pidámosle que nos ayude a no impedir que su gloria brille a través de nosotros.—JDB
Acercarse a Cristo hace que nos parezcamos más a Él.
Tomado: Ministerios RBC

CON ANSIAS DE ANIMAR


Lectura: Efesios 3:14-21 
Y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. —Efesios 3:19


La primera vez que jugaba en la liga de béisbol juvenil, un muchachito del equipo al que yo entrenaba recibió un golpe en la cara con la pelota. No se lastimó, pero quedó comprensiblemente afectado. Durante el resto de la temporada, le tuvo miedo al balón. Partido tras partido, intentaba jugar con valentía, pero parecía no poder pegarle a la bola.

En nuestro último juego, ya sin esperanzas, íbamos perdiendo, y no había nada que aclamar. Entonces, aquel jovencito se levantó para batear. ¡Paf! Para sorpresa de todos, ¡le pegó a la pelota perfectamente! Sus compañeros de equipo se pusieron eufóricos; sus padres y los padres de sus compañeros animaban a viva voz y aplaudían. Aunque todavía perdíamos, ¡yo no dejaba de saltar! Todos amábamos a este muchachito y no parábamos de vitorear.

Me imagino que el Señor también nos alienta en la vida. Nos ama profundamente y desea que seamos «plenamente capaces de comprender […] la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento» (Efesios 3:18-19).

Algunos piensan que el Señor no nos ama y que está esperando que fallemos para castigarnos. Por eso, tenemos el privilegio de contarles sobre su gran amor. ¡Imagina su gozo cuando escuchen que Dios los ama tanto que envió a su Hijo a morir en la cruz por sus pecados y que desea animarlos! —RKK
Las manos clavadas de Jesús revelan el corazón amoroso de Dios.
Tomado: Ministerios RBC

LUCHAS QUE GENERAN CANCIONES


Lectura: Salmo 31:9-20 
Ten misericordia de mí, oh Señor… —Salmo 31:9


En un documental sobre tres guitarristas legendarios, Jack White describió cuál es el elemento primordial para componer una canción: «Si todavía no tienes una lucha en tu interior o a tu alrededor, tienes que inventarla».

Las canciones que más nos gustan expresan nuestros sentimientos más profundos. Muchos de los Salmos, que constituyen lo que suele llamarse «el himnario de la Biblia», nacieron de las luchas. Recogen nuestras decepciones y temores, pero siempre nos muestran el amor y la fidelidad de Dios.

En el Salmo 31, David escribió: «Ten misericordia de mí, oh Señor, porque estoy en angustia; se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo» (v. 9). Habla de una red tendida para atraparlo (v. 4), de su pecado (v. 10), de los amigos que lo abandonaron (vv. 11-12) y de las maquinaciones contra su vida (v. 13).
Sin embargo, la esperanza de David no yacía en su propia fuerza, sino en la de Dios. «Mas yo en ti confío, oh Señor; digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos; líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores» (vv. 14-15).

Los salmos nos invitan a abrir nuestro corazón delante de Dios, porque el Señor tiene reservada su bondad para derramarla sobre aquellos que confían en Él (v. 19).—DCM
En tu necesidad más profunda, descubre el consuelo de Dios en los Salmos.
Tomado: Ministerios RBC




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