Páginas

LEER HACIA ATRÁS


Lectura: Apocalipsis 21:1-7 

El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. —Apocalipsis 21:7


Confieso que, a veces, leo el final de un libro antes que el principio. Esto me permite saber qué personajes viven y cuáles no. Cuando sé cómo va a terminar, puedo relajarme, y apreciar y disfrutar plenamente de la historia y sus participantes.

Del mismo modo, leer el último libro de la Biblia, Apocalipsis, puede ser alentador y reconfortante para los seguidores de Cristo. Una y otra vez, se insta a los creyentes a ser vencedores (1 Juan 4:4; 5:4; Apocalipsis 2:7, 11, 17, 26; 3:5, 12, 21). Podemos ser vencedores ahora y lo seremos por la eternidad.

Cuando el apóstol Juan habla sobre la manifestación de un cielo y una tierra nuevos (Apocalipsis 21:1), describe cómo será la victoria final para aquellos que han recibido a Jesucristo como Salvador. En ese momento, se terminarán la muerte, las lágrimas, la tristeza y el dolor (v. 4). El Señor declara: «El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo» (v. 7). Él morará con nosotros (v. 3) y hará «nuevas todas las cosas» (v. 5).

Cuando parezca que las pruebas presentes van a desanimarte más allá de lo que puedas soportar, ¡deja que el Señor te muestre el final de la historia, cuando estarás en su presencia para siempre! —RKK

Para tener esperanza hoy, recuerda el final de la historia: la eternidad con Dios.

Tomado: Ministerios RBC

SEÑAL DE PELIGRO


Lectura: Hebreos 3:1-13 
Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo. —Hebreos 3:12


En una playa de Uruguay, parte de unos dedos gigantes de cemento aparecen en la arena señalando en dirección al firmamento. Se los denomina «Monumento al ahogado». La gente del lugar lo llama simplemente La Mano. Lo creó el artista chileno Mario Irarrázabal, para advertir a los nadadores sobre el peligro de ahogarse. Este monumento se ha convertido en una atracción turística, pero su verdadero propósito es recordar sobre los peligros del mar.

La Palabra de Dios contiene sus propias señales de advertencia. Hebreos, en especial, advierte sobre los peligros para el alma: «Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado» (Hebreos 3:12-13).

El contexto habla de la incredulidad y la rebelión de Israel en el desierto. Aunque eso sucedió varios siglos antes de que se escribiera Hebreos, el principio espiritual sigue vigente: debemos exhortar a los demás a resistir el endurecimiento del corazón por el pecado.

Las señales de advertencia son para protegernos. Alabado sea Dios que nos dejó señales en su Palabra porque nos ama profundamente.—HDF
Dios nos hace amorosas advertencias en su Palabra para protegernos y preservarnos.
Tomado: Ministerios RBC

MUSICA ESPACIAL


Lectura: Job 38:1-7
¿O quién puso [la] piedra angular [de la Tierra], cuando alababan todas las estrellas del alba…? —Job 38:6-7

Uno de los observatorios de la NASA descubrió un agujero negro gigante que emite un zumbido. Ubicado en el cúmulo de galaxias de Perseo, a unos 250 millones de años luz de la Tierra, este agujero vibra en la frecuencia de un si bemol; pero el tono es tan grave que el oído humano no puede captarlo. El instrumental científico ha colocado la nota 57 octavas por debajo del do medio en un piano.

La idea de la música y los cuerpos celestes no es nueva. Es más, cuando Dios se le reveló a Job, preguntó: «¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? ¿[…] cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios?» (Job 38:4, 7). Se nos relata que, durante la creación de nuestro maravilloso universo, cánticos de alabanza y exclamaciones de gozo resonaban para glorificar a Dios.

Un precioso himno de San Francisco de Asís capta el asombro y la adoración que sentimos al ver el sol radiante durante el día y el cielo salpicado de estrellas en la noche.

Alabado seas, mi Señor, en todas tus criaturas, especialmente en hermano sol, por quien nos das el día y nos iluminas. Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas, en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.

«Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos» (Salmo 19:1).



¡Alabemos a Aquel que creó semejante belleza para que la disfrutemos!

—HDF
La belleza de la creación nos da razones para alabar a Dios.

NO DESHIDRATARSE


Lectura: Juan 7:37-39
… Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. —Juan 7:37

En los últimos años, me deshidraté un par de veces, y créeme, no quiero que se repita. Una vez, fue después de un desgarro muscular en el muslo mientras esquiaba en la nieve a campo traviesa, y la otra, en un desierto de Israel con unos 46 ºC de temperatura. En ambas ocasiones, tuve mareos, me desorienté, se me nubló la visión, y varios síntomas más. A la fuerza, aprendí que el agua es vital para mi bienestar.

Mi experiencia con la deshidratación me permite apreciar mejor la invitación de Jesús: «… Si alguno tiene sed, venga a mí y beba» (Juan 7:37). Su declaración fue dramática; en particular, con respecto al momento. Juan señala que era «el último y gran día de la fiesta», la conmemoración anual de la peregrinación de Israel en el desierto, que concluía con una ceremonia en la que se derramaba agua por los escalones del templo para recordar la provisión divina a los peregrinos sedientos. En ese instante, Jesús se puso en pie y proclamó que Él es el agua que todos necesitamos desesperadamente.

Para nuestro bienestar espiritual, es vital que vivamos con una verdadera necesidad de Cristo, hablando con Él y dependiendo de su sabiduría. Por lo tanto, mantente conectado con Jesucristo: ¡solo Él puede satisfacer la sed de tu alma! —JMS

Acude a Jesús para recibir el poder renovador de su agua viva.

Tomado: Ministerios RBC

MÉDICO RURAL


Lectura: Filipenses 2:1-11 
Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo. —Filipenses 2:3


La novela de Sinclair Lewis, Calle mayor, narra la historia de Carol, una sofisticada mujer urbana que se casa con un médico rural. Ella se siente superior a los demás en su nuevo entorno pueblerino, pero la reacción de su esposo ante una crisis médica desafía su esnobismo. Un granjero inmigrante se lastima terriblemente el brazo y tienen que amputárselo. Carol observa con admiración mientras su esposo les expresa palabras consoladoras al hombre herido y a su consternada esposa. La actitud servicial y cálida de su marido desafía su mentalidad orgullosa.

En todas nuestras relaciones interpersonales, podemos, como seguidores de Cristo, decidir considerarnos superiores o servir humildemente para satisfacer las necesidades de los demás. El apóstol Pablo nos dice: «Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros» (Filipenses 2:3-4).

Podemos aprender a considerar más importantes las necesidades de los demás que las nuestras cuando centramos nuestra mirada en el ejemplo de Cristo. Él tomó «forma de siervo» y se entregó por nosotros (vv. 5-8). Cuando no valoramos a los demás, el sacrificio del Señor nos muestra el camino mejor, el de la humildad.
—HDF
El gozo llega al poner el bienestar de los demás sobre el propio.
Tomado: Ministerios RBC

SU PEOR DÍA


Lectura: Job 7:11-21 
… Hablaré en la angustia de mi espíritu, y me quejaré con la amargura de mi alma. —Job 7:11


En mayo de 2011, una joven se refugió en una bañera durante un tornado que devastó la ciudad donde vivía. Su esposo la cubrió con su cuerpo y recibió los golpes de los escombros que volaban. Él murió, pero ella sobrevivió gracias al heroísmo de su marido. Como es natural, lucha con la pregunta: «¿Por qué?». Pero un año después de lo ocurrido, dijo que encontraba consuelo pensando que, aun en su peor día, se sintió amada.

Cuando pienso en «los peores días», de inmediato me viene a la mente Job. Aunque amaba a Dios, ¡perdió sus animales, sus criados y sus hijos en un solo día! (Job 1:13-19). Se lamentó profundamente y también se preguntó el porqué. Exclamó: «Si he pecado, ¿qué puedo hacerte a ti […]? ¿Por qué me pones por blanco tuyo…?» (Job 7:20). Sus amigos lo acusaron de haber pecado y pensaban que merecía sufrir, pero Dios les dijo: «… no habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job» (42:7). El Señor no le explicó a Job por qué sufría, pero lo escuchó y no lo culpó por sus cuestionamientos. También le aseguró que tenía el control de todo y que podía confiar en Él (42:1-6).

Quizá el Señor no nos explique las razones de las pruebas, pero debemos estar agradecidos de que, aun en nuestro peor día, podemos saber con certeza que Él nos ama (Romanos 8:35-39). —AMC
El amor de Dios no nos exime de las pruebas, pero nos ayuda a sobrellevarlas.
Tomado: Ministerios RBC

MANTENERSE UNIDOS


Lectura: 1 Corintios 12:12-27 
Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. —1 Corintios 12:14


La mayor parte de las regiones del mundo conoce el fenómeno asombroso de la nieve. Los copos de nieve son cristales de hielo hermosos y singularmente elaborados. Por sí solos, son frágiles y se derriten rápidamente si nos caen en la mano. Sin embargo, agrupados, generan una solidez considerable. Pueden inmovilizar grandes ciudades y, al mismo tiempo, crear paisajes maravillosos con árboles cubiertos de nieve, cuyas fotografías decoran calendarios y se convierten en motivos de obras de arte. Brindan placer en las laderas para esquiar, y alegría a los niños cuando hacen muñecos de nieve y bolas para arrojarse unos a otros. Todo porque los copos se mantienen unidos.

Lo mismo sucede con los que seguimos a Cristo. Cada uno ha sido exclusivamente dotado con capacidades para colaborar en la obra de Dios. La intención nunca fue que viviéramos aislados, sino que trabajáramos juntos para convertirnos en una gran fuerza para Dios y el progreso de su causa. Pablo nos lo recuerda diciendo que el cuerpo de Cristo «no es un solo miembro, sino muchos» (1 Corintios 12:14). Todos debemos usar nuestros dones para servirnos mutuamente, de modo que, juntos, podamos marcar una diferencia significativa en el mundo.

Pon tus dones a trabajar, coopera alegremente con los talentos de quienes te rodean ¡y deja que el Espíritu te utilice para su gloria! —JMS
Podemos lograr más juntos que solos.
Tomado: Ministerios RBC

ÉXITO MISERABLE


Lectura: Lucas 9:18-27 
… Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. —Lucas 9:23


El escocés George MacDonald (1824-1905), novelista, poeta y pastor cristiano, escribió: «Todo lo que un hombre haga sin Dios está miserablemente destinado al fracaso… o a triunfar de una manera aun más miserable». Esta intrigante declaración aparece en su libro Unspoken Sermons [Sermones no predicados], y oradores y escritores actuales suelen citarla.

MacDonald trataba el difícil tema de la negación del yo en el creyente y cómo aplicar esta enseñanza de Jesús: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará» (Lucas 9:23-24).

En lugar de simplemente tratar de suprimir nuestros deseos naturales, MacDonald afirma que la verdadera negación del yo significa que «debemos ver las cosas como [Cristo] las ve, considerarlas como él las considera; aceptar la voluntad de Dios como la esencia misma de nuestro ser […]. No debemos pensar más: “¿qué me gustaría hacer?”; sino: “¿qué desea el Señor viviente que haga?”».

Conseguir solo lo que nosotros queremos es triunfar miserablemente. El éxito verdadero está en «perder» nuestra vida por la causa de Cristo y volver a encontrarla plena y libre en su voluntad. —DCM
Un espíritu humilde y generoso precede a un andar con Dios más íntimo y más profundo.
Tomado: Ministerios RBC

AMOR Y ORACIÓN


Lectura: Salmo 92 
Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes. —Salmo 92:14


En un popular libro para niños, Winnie the Pooh observa a Kanga mientras esta se aleja saltando. Ojalá yo pudiera saltar así, piensa. Algunos pueden y otros no. Así son las cosas.

Vemos que hombres y mujeres más jóvenes y más habilidosos hacen cosas extraordinarias que nosotros no podemos hacer. Ellos sí… nosotros no. Así son las cosas. Es fácil sentirse inútil cuando uno no puede hacer lo que antes podía.

Es cierto que quizá no podamos «saltar» como solíamos hacerlo, pero podemos amar y orar. Estas son actividades que el tiempo y la experiencia nos han preparado para hacerlas bien.
El amor es el regalo más maravilloso que tenemos para dar a Dios y los demás. No es un asunto intrascendente, ya que es el medio por el cual cumplimos por completo nuestro deber para con Él y nuestro prójimo. Que amemos a una persona puede parecer una acción insignificante, pero el amor es el don más grandioso de todos (1 Corintios 13:13).

Además, podemos orar. Pablo instó a los colosenses a «[perseverar] en la oración, velando en ella con acción de gracias» (Colosenses 4:2). ¡Nuestras oraciones son una fuerza poderosa en el universo!
Sin duda, el amor y la oración son obras poderosas, las más grandes que podamos realizar. ¿Por qué? Porque el Señor, que desea utilizarnos, es un Dios todopoderoso y con un amor ilimitado.—DHR
Dios derrama su amor en nuestro corazón para que fluya hacia los demás.
Tomado: Ministerios RBC

BIENVENIDOS, POSTREROS


Lectura: Mateo 20:1-16 
… quiero dar a este postrero, como a ti. —Mateo 20:14


Una tarde, cuando visitaba un hogar de ancianos, un residente llamado Tomás salió silenciosamente de su cuarto, esperando encontrarme para charlar. Después de un rato, preguntó: «¿No será un insulto para Dios si me convierto en creyente en Cristo a esta altura de mi vida?». Su pregunta no me sorprendió. Como capellán, suelo oírla expresada de diversas formas por ancianos, por quienes luchan contra las adicciones y por ex prisioneros. Ellos piensan que tienen una razón legítima para creer que es demasiado tarde para conocer a Dios y para que Él los utilice.

Tomás y yo dedicamos un tiempo para leer sobre personas en las Escrituras que, por su pasado, podrían haber pensado lo mismo. Pero Rahab, una prostituta (Josué 2:12-14; Hebreos 11:31), y Zaqueo, un cobrador de impuestos (Lucas 19:1-8), decidieron poner su fe en Dios, a pesar de su pasado.

También leímos la parábola de Jesús sobre los obreros de la viña (Mateo 20:1-16). Cuanto antes fueron contratados, más pudieron trabajar para el dueño (vv. 2,7), pero los que fueron contratados después descubrieron que valían lo mismo ante los ojos del amo y que serían recompensados igual que los otros (vv. 8-16). El propietario de la viña decidió aplicar la misma gracia con todos.

Independientemente de nuestro pasado o presente, Dios anhela mostrarnos su gracia e invitarnos a tener comunión con Él. —RKK
Dar tu vida a Cristo ahora es conservarla para siempre.
Tomado: Ministerios RBC





Seguir

Tu opinión

PUBLICIDAD.

Más publicaciones